“...y habrá... terremotos en diferentes lugares...”, son palabras textuales de Nuestro Señor Jesucristo registradas en Mateo 24:7 tocantes a la señales que veríamos en el mundo poco antes de su segunda y gloriosa venida. “...y habrá terremotos en diferentes lugares...”, y uno de esos lugares fue México el pasado19 septiembre del 2017 con un sismo de 7.1 de intensidad y que dejó a más de 300 personas fallecidas. Escuchemos a la periodista Socorro Hernández de la emisora W Radio, allá en México, con las impresionesque ella vivió en ese momento... Ahora escuchemos la angustia que experimentó el personal de una editorial mientras temblaba el edificio...
Mi querido hermano, hermana, qué bueno es saber que en medio de la calamidad y adversidad que atravesemos, podamos clamar y decir: “! Dios mío, Dios mío!”, porque como leemos en Salmos 46:1-3 “Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida, y se traspasen los montes al corazón del mar; aunque bramen y se turben sus aguas, y tiemblen los montes a causa de su braveza.” Podemos en verdad mis amados hermanos contar con el pronto socorro del Señor, con su pronto auxilio en cualquier tribulación, porque él siempre será nuestra fortaleza y nos dará consuelo en medio de la angustia, y nos sacará adelante a pesar de la turbulencia a nuestro alrededor o la turbación de nuestro corazón.
Y usted amigo que lee estas líneas y que aún no ha experimentado la salvación de Cristo en su vida, usted también puede clamar a Dios en este momento y decir “Jesús, sálvame”, pues como leemos en Romanos 10:13 “porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo”
Amigo, estos días que estamos viviendo todavía son días de salvación; todavía no son días de ira divina; este mundo todavía no sabe lo que es la ira de Dios; pero si están sucediendo ya cosas terribles en el mundo, catástrofes naturales que estremecen, cuán peor no será cuando la ira divina se manifieste en verdad contra este mundo pecador, incrédulo y desobediente al evangelio.
Vayamos a Apocalipsis capítulo 16. Hasta este punto futuro ya habrá ocurrido el rapto de la iglesia, ya el Cordero habrá desatado los siete sellos de juicio, y ya siete ángeles habrán sonado siete trompetas de juicio. Ahora, veamos lo que ocurrirá cuando la séptima copa de ira divina sea derramada sobre la tierra. En los versos 17-20 leemos lo siguiente: “El séptimo ángel derramó su copa por el aire; y salió una gran voz del templo del cielo, del trono, diciendo: Hecho está. Entonces hubo relámpagos y voces y truenos, y un gran temblor de tierra, un terremoto tan grande, cual no lo hubo jamás desde que los hombres han estado sobre la tierra. Y la gran ciudad fue dividida en tres partes, y las ciudades de las naciones cayeron;... Y toda isla huyó, y los montes no fueron hallados.”
¡Qué impresionante será esto! En el terremoto de la ciudad de México, unos 45 edificios se derrumbaron; pero en este sismo de carácter mundial, cuando la séptima copa de ira sea derramada, los edificios en todas las ciudades, en todas las naciones se desplomarán, todos los montes se desmoronarán, y las islas que hoy día usted conoce se hundirán en el mar: Cuba, Puerto Rico, etc. La topografía del planeta cambiará drásticamente, pues la tierra será aplanada tras esta gran sacudida antes de que comience el gobierno milenial de Cristo.
Observe cómo él es descrito al descendertras la batalla de Armagedón. En Apocalipsis capítulo 19:13 leemos “Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: EL VERBO DE DIOS.” Aquí la palabra “Verbo”, viene del griego “logos” que identifica a Cristo como la Palabra Eterna, o la expresión misma de Dios cuando se vistió de carne y se hizo hombre. En 1 Timoteo 3:16 leemos “E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne,...” ¿Cómo entender que el óvulo de la virgen María no fue fecundado con el esperma de José, sino por el Espíritu Santo para que ese niño Dios naciera? No lo entendemos, por eso indiscutiblemente este misterio de la piedad es grande. Según este texto, este misterio de la piedad consiste en que Dios, Jesús, se manifestó en carne, “...Justificado en el Espíritu, visto de los ángeles, predicado a los gentiles, creído en el mundo, recibido arriba en gloria.”
Y antes de que Jesús fuese recibido en gloria allá arriba, tras morir y resucitar, aleluya, nos dejó su promesa en Mateo 28:20 donde dijo: “...y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.” Oh, cuán preciosa promesa, que Jesús estará contigo y conmigo mi hermano, hasta el fin del mundo; en un mundo donde según Cristo mismo lo dijo en Juan 16:33 tendríamos aflicción. “En el mundo tendréis aflicción;...”, dijo el Señor. Tarde o temprano te vendrá la aflicción con la pérdida de un ser querido, con la pérdida de la salud; problemas en el hogar con la esposa, con el esposo, con los hijos; problemas financieros; alguien que traicionó tu confianza; una decepción amorosa; una tentación; un pensamiento malo que te acosa, etc., más Jesús añadió: “...pero confiad, yo he vencido al mundo” Oh mi hermano, todo lo que teaflige o pudiera afligirte, Jesús lo venció para que tú seas más que vencedor. Oh, mira a Jesús y no te concentres en tu presente, mira más bien a tu mañana. El último punto del misterio de la piedad es que Jesús fue recibido arriba en gloria, y pronto, cuando suene la trompeta del rapto de la iglesia, tú serás levantado y también serás recibido arriba en nubes de gloria.
Ahora bien, esto para nosotros es algo futuro, pero para Dios es algo que ya sucedió, que ya pasó. ¿Cómo es eso? Bueno, esto es teología de la buena y sana doctrina. En Romanos capítulo 8:29-30 leemos “Porque a los que antes conoció, también los predestinó ... Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó.” Amado hermano, esto es muy importante; desde la eternidad Dios te predestinó para ser salvo; te llamó por el evangelio, te justificó por la fe y dice que ya te glorificó en el cielo, aunque todavía estás en la tierra. Para nosotros, la salvación es un aspecto pasado y presente, pero para Dios, que ve el futuro, la salvación es un proceso ya terminado, y pase lo que pase en esta tierra, Dios se adelanta al futuro y dice que ya te glorificó. En otras palabras, Dios te ve salvo ahora, y te ve salvo por la eternidad. Dios te salvó y Dios te ve salvo para siempre, porque él dice que ya te glorificó, y eso no lo digo yo. En Romanos 8:30 eso lo dijo Dios.
¿Si Dios dice que ya nos glorificó, entonces afirmar que podemos perder la salvación sería contradecir la Palabra de Dios, porque él dijo que ya nos glorificó. Nuestra perseverancia hasta el fin, no depende de nosotros; es cierto, debemos esforzarnos en la gracia y cuidar nuestra salvación, pero nuestra salvación primordialmente depende de la perseverancia del Espíritu Santo con el cual fuimos sellados para el día de la redención (Efesios 4:30). Nuestra perseverancia hasta el fin depende de la perseverancia de Aquel que comenzó en nosotros la buena obra y la perfeccionará hasta el día de Jesucristo (Filipenses 1:6).
Dios no hace nada a medias. La salvación que él comenzó en nosotros él la va a terminar, aunque en el proceso a veces fallemos y ocasionalmente pequemos. Cuando pecamos perdemos la relación con Dios, pero no perdemos la posición de hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús. No porque su hijo se porte mal mi hermano, deja de ser su hijo. Si pecamos, seguimos siendo hijos, pero si no nos confesamos, perdemos la relación y la comunión con el Padre, porque el pecado rompe la comunión; nos hace perder la relación; pero como Dios dijo que ya nos glorificó a futuro, no podemos perder la salvación.
Usted me preguntará ¿y qué pasó con Judas Iscariote quien traicionó al Señor?, ¿acaso no perdió él su salvación? Mire hermano, en primer lugar, Judas nunca fue salvo. En Juan capítulo 17:12 cuando Jesús oró por los apóstoles y por la iglesia, intercediendo por nosotros ante el Padre dijo: “Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre; a los que me diste, yo los guardé, y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición, para que la Escritura se cumpliese.”
¿Se da usted cuenta amado hermano? Jesús llamó a Judas “hijo de perdición”. Judas nunca fue un hijo de Dios. En Juan 6:70 leemos que Jesús dijo: “... ¿No os he escogido yo a vosotros los doce, y uno de vosotros es diablo?” Conclusión: Judas nunca fue salvo, y es un tipo de los creyentes en la iglesia que parecen ser salvos, pero que en realidad no lo son. En cambio, tenemos al apóstol Pedro, ¡qué contraste! Pedro no traicionó a Jesús con un beso de cerca, pero lo traicionó a la distancia con su boca, negándole tres veces y hasta maldiciendo con palabras obscenas. ¿Y cuál fue la actitud de Pedro?, ¿se quitó la vida como hizo Judas tras arrepentirse ante los hombres? ¡No! Pedro reaccionó llorando amargamente, arrepentido ante su Señor, y como ustedes saben, Jesús lo restauró. En consecuencia, Pedro es tipo del creyente que no pierde su salvación, pero que como humano falla, peca y se reconcilia con su Dios.
Entendamos esto claro, cuando uno que aparenta ser cristiano, se aparta de la iglesia y se va al mundo, le sucede como dice la Escritura que es como la puerca lavada que luego va y se revuelca en el lodo de nuevo, porque esa es su naturaleza. El cristiano falso no tiene una nueva naturaleza, por eso se va al mundo y no regresa; pero el cristiano verdaderamente salvo, aunque falle y por un tiempo se aparta del Señor, como tiene una nueva naturaleza, llega un momento que no aguanta el ambiente del mundo y cual hijo pródigo regresa y se reconcilia con el Señor.
Mis queridos hermanos, decir que un creyente realmente salvo por Cristo puede perder su salvación es algo muy peligroso, porque niega la eficacia de la sangre que el Señor Jesucristo derramó en la cruz para darnos una salvación total y eterna. La sangre de Jesucristo es la provisión de Dios para nuestros pecados pasados, presentes y futuros. La sangre de Jesús que nos limpia, y limpiará de todo pecado hace que seamos sin mancha delante de Dios ahora y por la eternidad, y para que no quede duda de esta salvación eterna que el Señor nos dio, Cristo mismo dijo en Juan 10:27, y preste mucha atención a esto mi hermano para que nadie lo confunda, Jesús dijo aquí “ Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.”
¿Oyó usted eso? Jesús dijo que nadie nos puede arrebatar de su mano; que nada ni nadie puede arrebatarnos la salvación, porque estamos seguros en su mano, y que los que en él confían no perecerán jamás. Jamás es jamás, bajo ninguna circunstancia. ¿Entiende usted ahora por qué Dios nos ve salvos para siempre; y mirando a futuro dice que no solo nos justificó, también nos glorificó.
Oh mis queridos hermanos, la Palabra abunda en textos que avalan la doctrina de nuestra salvación eterna en Cristo. No permitas que nadie, incluso hermanos sinceros, pero sin buena base bíblica ni teológica, te hagan dudar de tu salvación, porque en algún momento dado le fallaste al Señor. Si tú realmente fuiste salvo, aférrate a la gracia, a la salvación que es por gracia, y no por obras. Aférrate a la sangre de Jesús. Aférrate a las Sagradas Escrituras y no a las opiniones de los hombres. En 1 Juan 2:1 leemos: “Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo.”
La Biblia nos dice en1 Juan 1:9 que: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.” El contexto del verso 7 es claro cuando nos dice: “pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.” Oh, Cristo ya viene pronto mi hermano. Aferrémonos a estas preciosas promesas y vivamos en victoria, anticipando el momento del rapto cuando estos cuerpos mortales serán transformados y revestidos de gloria para subir a las nubes y encontrarnos con el Cristo de la gloria. Él dice en su palabra que ya nos glorificó y nada ni nadie cambiará eso, amén y amén. Lucas 12:40 exhorta: “Vosotros, pues, también, estad preparados, porque a la hora que no penséis, el Hijo del Hombre vendrá.”